De pueblo a Reino


¿En qué se diferencia un pueblo de un reino?

A veces las respuestas más obvias no son ni por mucho las menos profundas o importantes, la sencilla respuesta a esta gran pregunta es que EL REINO TIENE UN REY. Todo se hace de acuerdo a la VOLUNTAD de ese REY, el ejército pelea por el REY, los campesinos parten la tierra, siembran y cosechan por el REY, los jueces imparten justicia por el REY, los heraldos hablan la Palabra del REY, los caballeros y nobles juran lealtad al REY.

Cuando Israel era un pueblo solamente, como dice el libro de jueces "cada uno hacía lo que bien le parecía", es decir, cada uno hacía lo que quería. No había una autoridad unificadora, solo pequeños caudillos, que en el mejor de los casos tenían influencia en más de una tribu pero nunca alcanzaron primacía en todas las tribus y familias, pero cuando vino el Reino todos sometieron su voluntad y autoridad al REY, ahora todas sus decisiones tenían que ser respaldadas por el REY, éste les protegía de los enemigos y del hambre, dictaba leyes y ejercía justicia, EL ERA LA CABEZA DEL REINO.

Hace unos años escuche un sermón radial en que el predicador decía algo como: "Si un cuerpo tiene más de una cabeza es un monstruo, si un cuerpo no tiene cabeza está muerto."

La Iglesia de Cristo es un cuerpo y Cristo es la cabeza, por tanto, no debemos hacer "lo que bien nos parece" ojo los israelitas hacían lo que bien les parecía, en ningún caso dice que querían hacer algo malo, hacían lo que ellos creían que era lo correcto, pero no hacían la voluntad de Dios.

Para hacer la voluntad de Dios debemos primero reconocerle como nuestro REY, y actuar conforme al título que le damos, debemos obedecerle y buscar su voluntad en todas las cosas que hagamos, no solo como miembros de una iglesia local determinada sino como miembros del Cuerpo de Cristo. Hacerlo el legislador de nuestras vidas, juez y Señor, de nuestros corazones.

"Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados; Con toda humildad y mansedumbre, con paciencia soportando los unos a los otros en amor;
Solícitos a guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.

Un cuerpo, y un Espíritu;
como fuistéis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación:
Un Señor, una fe, un bautismo,
Un Dios y Padre de todos,
el cual es sobre todos, y por todos, y en todos."


EFESIOS 4:1-6

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